En esta oportunidad quisiera
reseñar y referirme de alguna forma a la trayectoria y aspectos breves de la vida de una
mujer incansable y llena de carisma que he tenido la oportunidad de conocer en
Pelchuquín; me refiero a Zenobia Gallardo Huechante.
Nuestra vecina Zenobia nació un
día 14 de noviembre del año 1936 en la hermosa ciudad de Valdivia. Su infancia
y juventud la vivió en el sector de La Punta, al interior de Pelchuquín, donde
su familia tenía un terreno a orillas del río San Antonio.
Su vida ha estado marcada por una
gran actividad dedicada al servicio público, la educación, la promoción
indígena y campesina, y el desarrollo de una beta artística y creadora propia,
lo que la convierte en una mujer de múltiples matices, y que como ella misma
dice en un tono de humor “soy como Violeta” para retratar lo activa que ha sido
su vida a sus 78 años.

Y es además descendiente de
Leoncio Gallardo, persona que llegó desde la isla de Chiloé a principios del
siglo pasado, trayendo consigo a estas tierras algunas tradiciones que también heredó
Zenobia, como son la música y melodías del acordeón y la cestería en mimbre.
De su abuelo Leoncio heredó la
tradición musical y aprendió a tocar el acordeón a la edad de 11 años, y también
a muy temprana edad, por juego y curiosidad, comenzó a aprender a trabajar el
mimbre.
“En
la casa mía, mi padre era mueblista, mi papá trabajaba en muebles de madera y
muebles de mimbre, crecimos viendo a mi papá con mis hermanos, pero por años, pero
él principalmente trabajaba en madera y el mimbre lo utilizaba…, hacía las cubiertas de madera, y el mimbre lo
utilizaba como adorno en las orillas… entonces los maestros estaban ahí
trabajando, eran como dos o tres… entonces yo iba como a jugar ahí al taller y
yo le preguntaba al maestro –maestro como se hace esto- y él me decía –hácelo
así, hácelo asá- así que empezaba yo como a jugar, y me costaba porque el
maestro no me quería enseñar mucho tampoco (risas) pero de tanto y de tanto
empecé a tomarle rumbo …8 años tenía. Después ya era una cosa que aprendí bien
y me amanecía con las huiras, me hacía sacos y los llevaba a Valdivia al
mercado, y allá los viejitos me llegaban a pelear, me pedían más... entonces
así aprendí yo.” [Entrevista a Sra. Zenobia, Dic., 2014]
De la tradición mapuche guarda
esa inmensa riqueza cultural que se refugia en la oralidad, de esa oralidad
ancestral que ha sido traspasada de generación en generación y que nos habla de
una memoria social ligada a prácticas culturales y a esa historia compleja que
ha tocado vivir al mapuche, esa memoria que a “muchos” a veces les “incomoda”
reconocer.
Ya joven, en la década de 1950,
Zenobia fue la gestora de la primera escuela rural en el sector de La Punta, la
que dirigió hasta fines de esta misma década. De estos años recuerda con nostalgia que Luz
Marina Adriasola junto a Isela Fierro, profesoras emblemáticas de Pelchuquín, viajaban a caballo hasta
su "escuelita" para tomar los distintos exámenes a sus estudiantes.
El sentido social que la
caracteriza la llevó a tomar esta iniciativa al observar que una gran cantidad
de niños y jóvenes en su sector rural no tenían estudios primarios:
“…habían
hartos niños grandes ya, más de treinta sin escuela, no sabían ni la letra O,
entonces yo le dije al finao de mi papá y mi mamá –a mi me gustaría enseñarles
a leer a los chicos- y mi papá me dijo –¿Y te respetarán? algunos tienen más
edad que ti- así que entonces otras señoras se entusiasmaron, entonces les dije
a las señoras –porque no hacemos como un censo para saber cuántos niños hay- y habían
37 sin saber leer y escribir, nada de nada, chicos grandes más que mí (…) y de
Pailapifil venían 20 niños, otros 7 venían de La Punta y otros de Plaza de
Armas. Y yo preparaba de 1º a 3º año de preparatoria y hacía cursos de verano
en Valdivia. Después la inspección provincial de educación de Valdivia empezó a
ayudar con cajas de libros, cuadernos, lápices, tiza, y todos esos libros que
servían para enseñar a leer. (…) En ese entonces, como venía el vapor, andaban
unos fotógrafos y llegaron a mi escuela y en el pizarrón me sacaron una foto, y
salió en el Correo de Valdivia, haciendo clases con mis chicos ahí (…) después
como mi papá era mueblista, me hizo los bancos y las mesas, y ahí estaba igual como
en una escuela, (…) total que en todo ese tiempo estuve 5 años haciendo clases.
Y los mismos Padres de familia de hacían un sueldo mensual, y a fines de año
los patrones de los fundos me mandaban una carta con un cheque adentro.”
[Entrevista a Sra. Zenobia, Dic., 2014]
Posteriormente a la edad de 25
años obtuvo una beca y emigró a Santiago para estudiar e ingresar al Instituto
de Educación Rural Santa Ana de Talagante, donde estuvo interna entre 1965 y
1966. Aquí se incorporó a esta institución que nació para dar respuesta a las
necesidades de formación y educación de la juventud del mundo rural Chileno.
Del I.E.R egresó como educadora y
promotora campesina y realizó su práctica en la comuna de Curacautín entre
diversas comunidades mapuche de la zona. Posteriormente comenzó a trabajar
formalmente para esta institución en la comuna de Los Lagos en las localidades
de Lipinhue, El Salto y Chanco, y principalmente con mujeres campesinas.
“…ahí yo trabajaba con la parte femenina (…) yo organizaba a las señoras a las
niñas, ahí enseñaba yo alfabetización, enseñaba a leer a las señoras, enseñaba
a pintar en genero, enseñaba a cocinar ciertos platos, y mucha costura; enseñé
a hacer camisas, pantalones, ropa para los niños, un trabajo intenso… incluso
la organización de ahí de Lipinhue le pusieron el nombre mío, el centro de
madres le pusieron Zenobia Gallardo, con timbre con todo. Y dejé funcionando
una posta y dos escuelas, una escuela de Lipinhue y otra en Chanco, si yo
trabajé harto ahí, era bien activa…” [Entrevista a Sra. Zenobia, Dic., 2014]
Tras un par de años trabajando en
el I.E.R en Los Lagos, regresó a Santiago para trabajar como diagramadora de la
Revista Surco Semilla. En este lugar también trabajó algunos meses de la mano
del artista plástico Oscar Parot realizando una serie de material gráfico visual.
“…en
esos años que trabajamos estuvimos 3 meses con el pintor Oscar Parot, que muchas
veces hizo exposiciones en Santiago, él era nuestro profesor… entonces se hizo
un viaje a lo largo de todo el país, fueron hasta el Perú y trajeron bastante
material de las distintas zonas, por ejemplo de los paisajes que eran puro
desierto, en otras partes que eran pura piedra, así que entonces después ya se
empezó a desarrollar todo ese asunto y empezamos a trabajar con mi amiga
Cristina y el profesor Oscar Parot, hicimos cualquier cantidad de trabajos de
material visual para repartirlos en todos los institutos a lo largo del país,
eran como afiches pero que representaban a todas las zonas, en unas zonas se
presentaba lo que se cosechaba lo que se hacía, más hacia la zona central ya se
veía a la gente con carretones con verduras, y así por zonas, en Chiloé mucha
lanchita, los chilotes cosechando papas. Entonces el profesor nos daba una
muestra en un cuadro y eso había que hacerlo por montones, reproducirlo lo más
que se pueda, pero todo artesanalmente, (…) pero en este caso se veía que el
cuadro estaba mostrando todo de que parte era, con el dibujo se identificaba
con los animales, los pájaros, el agua, con las piedras, con el desierto, con
todas esas cosas…” [Conversación Mayo, 2015]
A mediados de la década del 70
vuelve a Pelchuquín y a su tierra en La Punta, dedicándose desde estos años
principalmente al trabajo en el campo, junto a su esposo Jorge Hurtado, sin
dejar de producir y comercializar sus trabajos en ñocha y en mimbre, los que exponía también en ferias artesanales de Valdivia.
En los años 80 formó las primeras
organizaciones sociales para mejorar los caminos y extender la luz eléctrica
hasta el sector de La Punta. A fines de los 90 también formó la Comunidad Indígena
de La Punta a través de la cual se logró tener una sede social para el sector,
entre otras gestiones que favorecieron a la comunidad, organización que
presidió hasta el año 2010.
Producto de toda su trayectoria y
labor, en el año 2009 recibió el primer reconocimiento de la Municipalidad de Mariquina
como “Mujer Destacada de la Comuna”.
Este mismo año participó e
integró el proyecto de rescate musical “Mestiza”; el que se convirtió en un disco documental sonoro y compilado que
reunió a distintos creadores musicales tradicionales de la Región de Los Ríos, entre ellos también los Hermanos Sánchez, Elena Catripán, Rigoberto Lienlaf, entre otros.
El año 2011 expuso por primera vez en Pelchuquín sus obras en acuarela inspiradas en los hermosos paisajes rurales y naturales cercanos al sector de La Punta y San Antonio. Paisajes que hasta el día de hoy le han atraído a dejar fluir la imaginación entre sus pinceles.
El año 2011 expuso por primera vez en Pelchuquín sus obras en acuarela inspiradas en los hermosos paisajes rurales y naturales cercanos al sector de La Punta y San Antonio. Paisajes que hasta el día de hoy le han atraído a dejar fluir la imaginación entre sus pinceles.
Zenobia Gallardo junto a su exposición de pinturas el año 2011. Fotografía Mauricio Villanueva. |
Entre el año 2012 y 2013 fue
registrada para su participación
y aparición en la serie “Frutos del País”
Capítulo 10,
Temporada 2013, de TVN.
El año 2013 la Municipalidad de
Mariquina la distingue en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer
Indígena, “Por su aporte al rescate cultural de las tradiciones Mapuche y
transmisión del conocimiento ancestral”.
Este mismo año colaboró con el
equipo de comunicaciones de la Municipalidad de Mariquina haciendo su aparición
en un vídeo de promoción turística de
la Comuna.
Su inquietud y preocupación por
el estado de la artesanía en mimbre la llevó a impulsar en el año 2014 un “taller
de rescate y revitalización de la cestería tradicional en mimbre”, que tuvo
como objetivo traspasar sus conocimientos a otras personas que desearan
aprender a trabajar la “varillita de virtud” como ella también llama a este
recurso.
Finalización taller de Cestería 2014, señora Zenobia junto a algunas de las participantes. Fotografía Carlos Rivera |
Hoy la señora Zenobia, a pesar de
sus años, no descansa, y entre sus próximos proyectos e intenciones se
encuentra el activar un taller de artesanas en mimbre, y construir una ruka con
sentido cultural en su propiedad en el sector de La Punta, en donde además tiene
una vista privilegiada hacía el río y humedal de San Antonio (tributario del
río Cruces).
Vista del río San Antonio desde la propiedad de la señora Zenobia. Fotografía Mauricio Villanueva, 2013. |
[1] Otra de las descendientes directas era Dominga Huechante Antiñanco, que falleció en un accidente el año 2014.
Redactado por M. V.
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